Un reto: El paro de larga duración y sus colectivos de riesgo

Uno de lo fenómenos de mayor impacto en el ámbito del mercado laboral de nuestro país, es sin duda el paro de larga duración, aquel que afecta a las personas que llevan más de un año en situación de desempleo, y que duplica en la actualidad al existente en el año 2008, justo en el momento previo al del contexto de crisis económica que nos afecta desde ese momento. 

Hace justo ahora diez años, el porcentaje de parados de larga duración representaba aproximadamente el 26% del total de desempleados, mientras que a día de hoy alcanza cifras de un 52%, es decir, el doble, y lo que es más preocupante, sufre un repunte en la actualidad, rompiendo la tendencia a la baja que experimentaba desde el año 2013. A esto hay que sumarle el importante aumento de los parados que llevan sin encontrar trabajo de uno a dos años, que ya se sitúa en más del 15%.

Se trata de un tipo de desempleo con rasgos muy característicos, ya que presenta una alta incidencia (que no exclusiva) en personas de más de 45 años y en mujeres, incrementándose exponencialmente el riesgo de padecerlo si se pertenece a la vez a ambos colectivos. En el ámbito de nuestra comunidad, el desempleo de larga duración afecta a casi 45.000 personas en la actualidad, manteniendo un gran paralelismo en cuanto a cifras equivalentes dentro del ámbito estatal.

En este gráfico podemos apreciar su evolución porcentual a lo largo de los últimos años:

¿Por qué tiene tanta incidencia en edades avanzadas?

El diagnóstico de los expertos en la materia coincide en señalar que la edad actúa como un condicionante relevante a la hora de encontrar empleo, suponiendo un factor de riesgo muy elevado de cara a que la persona no vuelva a trabajar. 

Las personas de mayor edad sufren una clara desventaja en un mercado laboral tan competitivo como el actual, entre otras razones porque las empresas suelen apostar por la gente más joven para sus puestos, ya que resulta más fácil que acepten salarios más bajos y es más frecuente que estén libres de cargas familiares, y al tener carreras más cortas en el ámbito del trabajo, su despido y posterior indemnización suelen ser más baratos.

Algunos de los principales problemas que podemos encontrar en este colectivo es la presencia de rasgos depresivos y la falta de autoestima en la persona, unida a la resignación y la creencia de que no van a volver a reingresar en el mercado laboral. Diversos estudios afirman que la incidencia de cuadros de ansiedad y depresión aumentan entre un 20 y un 40 % más en la población en paro respecto al resto de población, sobre todo cuando es de larga duración. 


¿Cómo puede actuar en estos casos el orientador laboral?

En primer lugar se antoja fundamental desde nuestra perspectiva la intervención directa con la persona desempleada de cara a detectar sus principales necesidades y motivaciones mediante una entrevista inicial, valorando la apertura de un IPI que recoja los aspectos más relevantes de nuestra intervención. Debemos escuchar activamente a la persona, con el objetivo de enfocar sus demandas más inmediatas en lo concerniente al ámbito laboral, siendo en todo momento respetuosos y comprensibles con su situación. 

Desde nuestra perspectiva de orientadores detectaremos y reforzaremos las cualidades que estas personas pueden ofrecer frente a otros colectivos, ya que muchas personas suelen ofrecer altas capacidades en habilidades comunicativas, compromiso con el trabajo o capacidad para la resolución de conflictos y problemas, a raíz de su amplia experiencia en el mercado laboral.

Por otra parte, se antoja necesario una actuación global desde los ámbitos locales y estatales de los servicios de empleo, de cara a dar soluciones a los principales problemas con los que estas personas se encuentran a la hora de afrontar su reincorporación al mercado de trabajo. Uno de los principales retos consiste en asumir la inversión en formación destinada al trabajador desde diversos ámbitos, con especial incidencia en la adquisición de competencias digitales, fundamentales para poder adaptarse a los nuevos retos del mercado actual. Otro problema primordial en el que se hace fundamental intervenir es en el de la precariedad y temporalidad de los contratos de trabajo, mediante políticas activas destinadas a reducir su incidencia, ya que se demuestra que dichos contratos apenas retornan beneficios a nivel global, tanto a los trabajadores, como a la economía del país o al consumo.


Algunos enlaces de interés relacionados con el desempleo de larga duración:





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